Planificación familiar (III). ¿Hay que hablar con nuestros hijos e hijas de métodos anticonceptivos?

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Creencias infundadas y otros mitos sobre el condón

A tenor de la problemática del SIDA y del creciente contagio de otras ETS, cifras que parecen ir en un aumento como vimos en anteriores artículos parece conveniente detenernos un poco más sobre el preservativo, ya que esos datos indican igualmente una disminución del uso del preservativo en jóvenes.

       AutorJosé Luis García, – Dr. en Psicología, especialista en Sexología

         SerieEducación Sexual para Gaptain   Artículo: Planificación Familiar (III). Creencias infundadas y otros mitos sobre el condón

El preservativo es el método más adecuado para prevenir las infecciones sexuales y el SIDA

Paradójicamente, a pesar de una mayor información, la juventud usa menos los preservativos debido, en parte, a una falta de conciencia de riesgo. Es importante que los progenitores sean conscientes de que, como hemos dicho reiteradas veces, “saber que es un condón, no significa en modo alguno que se use siempre y de manera adecuada” y hacérselo saber con una cierta insistencia si fuera necesario.

Afirmaciones como “Yo controlo”, “A mí eso no me va a pasar”, “Esa persona tiene un buen aspecto físico por lo que no tiene ninguna infección”, nos las encontramos cuando damos conferencias a jóvenes. Las instituciones sanitarias y educativas deberían implicarse mucho más en campañas y medidas de prevención en este asunto y no dejarlo en manos de los propios fabricantes de condones que, si bien puede tener su interés, son parte interesada y, por ello, puede tener menos credibilidad y ser mucho menos eficiente.

Los adolescentes deben disponer de recursos de prevención

Como progenitores tendremos que reconocer que nuestros vástagos tienen deseos sexuales, que gran parte de ellos quieren establecer relaciones íntimas y que, si se dan las condiciones adecuadas, podrían tenerlas.  Con todo muchos lo harán más temprano que tarde, independientemente de lo que pensemos nosotros. Consiguientemente, creemos oportuno considerar la conveniencia de disponer de recursos de prevención. Para estas chicas y chicos activos sexualmente, con prácticas sexuales de penetración, el condón puede ser un recurso extraordinariamente útil.

Pero este reconocimiento también debe hacerse por parte de la propia juventud. Es decir, aceptar los propios deseos y poder anticipar lo que puede ocurrir. Dicho de otro modo, reconocer que: “Tengo ganas de tener relaciones. Me gustaría ligar. Si voy con intención de ligar lo mejor es llevar el condón conmigo por si acaso”.

Por estas razones, sería conveniente abordar, no sólo la información que tienen, sino también sus actitudes y creencias respecto del condón. Y habría que hacer hincapié en que es el único método altamente eficaz, tanto en la prevención de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) – y por tanto en cualquier relación sexual- como en la de embarazos no deseados. Claro, siempre que se utilice bien.

 

Responsabilidad personal

En nuestra experiencia profesional nos parece muy relevante profundizar en un factor de gran interés: la responsabilidad personal.  En este sentido, trataríamos de abordar la idea de que mi salud depende de mí, es decir lo que me pasa depende en buena parte de mí, de que yo puedo controlar mi vida. “Si uso el preservativo no me voy a contagiar” o “Si no practicamos el coito no es posible un embarazo no deseado”.

Por ello sería pertinente conocer los temores, miedos o creencias erróneas que tienen sobre el condón. A modo de resumen, algunas de las ideas equivocadas que solemos encontrar en población juvenil son:

  1. Respecto a la seguridad: pensar que no son seguros y que se pueden romper fácilmente.
  2. Respecto a la influencia negativa en la sexualidad:
    •  Quitan sensibilidad.
    •  Es un corte (“Hay que parar”, “Se corta el punto”, etc.).
    •  Desmotivan, se pierde deseo, se pierde erección, etc.
    •  A ella le produce irritación vaginal. (O a él irritación anal o bucal). O hay alergias.
  3. Respecto al modelo de relación sexual: Hay un modelo romántico de relaciones sexuales que pasa por considerar el impulso sexual como un proceso natural en el que no hay que interferir (“Lo mejor es a pelo”, “Hay que dejar que surja el deseo y hacerlo al natural”).
  4. Respecto de los rasgos personales: Hay jóvenes, sobre todo chicas, que presentan un mayor riesgo por cuanto no exigen el uso del condón por complacer a su chico. “Si el me lo pide, ¿cómo me voy a negar?” La circunstancia podría ser extensible a relaciones LGTBI. En ocasiones esa tolerancia, esconde una cierta inseguridad, miedo a que él la deje, a no ser guay, circunstancias que tienen que ver con la idea del amor romántico que tienen un sector de la juventud: “Si en realidad me quieres, no me pedirías que me pusiera el condón” o “No tienes confianza en mí” como nos refería una chica respecto de lo que le decía su novio.

Por tanto, es preciso saber que trabajar este tipo de aspectos con la juventud no siempre tiene resultados deseables. Por ejemplo, la idea de negociar el uso del preservativo pone en cuestión, en algunos grupos ese modelo “romántico” de relaciones basado en las ideas de “naturalidad” y “espontaneidad”. El preservativo parece “demasiado explícito”.

«Una chica fácil», todavía pesa este argumento del pasado

A nuestro modo de ver, este hecho sigue vigente todavía en determinados sectores juveniles, más acusadamente en las mujeres. Hace algunos años demostramos en un estudio realizado con universitarios, que no era fácil que las chicas sugirieran el uso del preservativo o lo llevaran consigo, ya que tal cosa podría poner en cuestión su “dignidad” y su rol aprendido de que “no está bien que la chica tome la iniciativa en ese ámbito”.

Todavía nos encontramos con ciertos jóvenes que el solo hecho de llevarlos en el bolso o bolsillo ya pudiera suponer una dificultad en la medida en que (así nos lo cuentan ellos y ellas): “Si él lo lleva podría dar lugar a pensar que ya lo tenía previsto”, de lo que se deduce que “la relación no es natural”. O pensar que “si ella lo lleva en su bolso es una chica fácil.

Por otra parte, si se propone usarlo, podría eventualmente frustrarse la posible relación sexual, en la medida en que esa propuesta podría dar lugar a la sospecha de que, quien lo lleva o quien recibe la petición de ponérselo, estaría ocultando una infección.

 

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Ejemplos de irresponsabilidad

Algunos chicos, en un alarde de egoísmo e irresponsabilidad, se inventan argumentaciones como “soy alérgico al látex” (aunque podría haber eventualmente algún caso excepcional), “me aprieta demasiado” “me corta el rollo” o “no te preocupes que lo sé hacer muy bien y me correré fuera y a tiempo”.

Respecto a la disponibilidad y a la accesibilidad: algunos jóvenes señalan diferentes dificultades y obstáculos para acceder a los condones: son caros, da corte ir a comprarlos, no hay por las noches muchas farmacias abiertas, los de las máquinas no son de fiar, los de los “hiper” (se dice) pueden estar pinchados, hay marcas que no cumplen las normas… Estos argumentos son creencias erróneas.

Otras consideraciones a tener en cuenta:

  1. El tamaño del preservativo (tanto por abajo como por arriba): “No los hay de mi talla”
  2. Discriminación de género: Si ella es la que se queda embarazada, que lo use o tome la píldora.
  3. Aspectos relativos a las actitudes. Temores y miedos asociados a su adquisición (¿Qué ocurriría al ir a comprar preservativos a una farmacia? ¿Cómo me sentiría al pedírselos a una amiga o a un amigo?).
  4. Aspectos relativos a las conductas. Temores y miedos asociados a su uso concreto. ¿Podré llevarlo en el bolso-bolsillo? ¿Seré capaz de ponérmelo-ponérselo?
  5. Si son capaces de comprender y aceptar las relaciones sexuales antes de que tengan lugar, en esa misma medida se podrán poner en marcha comportamientos sexuales que evitan riesgos, preservando así unas condiciones saludables para la experiencia sexual. Por ejemplo, hablar sobre cuestiones como: “Soy capaz de ponerme (o ponerle) un preservativo”, “Soy capaz de decir que no me apetece – no quiero realizar el coito y realizar otras prácticas sexuales”.
  6. Hay que tener la capacidad de tomar de decisiones adecuadas en aquellas situaciones sexuales relacionadas con conductas de riesgo. Por ejemplo “Voy a comprar preservativos y llevarlos por si acaso”. “Voy a hablar con mi chica (o mi chico) sobre sus preferencias sexuales”. “Negociaremos o llegaremos a un acuerdo sobre el uso del preservativo”.
  7. Así mismo ser capaz de hacer un análisis racional acerca del precio que hay que pagar o no por tal o cual comportamiento. Por ejemplo, podemos aceptar que el uso del preservativo podría conllevar una ligera pérdida de sensibilidad, pero a cambio garantiza una relación sin riesgos.
  8. Valorar y comprender el impacto de lo que piensan las amigas y amigos que son importantes y significativas para cada cual. Ser una persona asertiva.
  9. Saber discriminar los afectos de las presiones. En ocasiones se utiliza el chantaje para obtener algún tipo de finalidad: “Si de verdad me quieres me dejarías hacer la penetración”.
  10. Capacitar en la negociación-consenso sobre el uso del condón.

Por último, a pesar de las dificultades de establecer diálogos con nuestros hijos e hijas sobre estos temas, no hay que tirar la toalla nunca.

 

Ver  artículo anterior: La Planificación Familiar (II)

 

(*) José Luis García es Dr. en Psicología y Especialista en Sexología. Autor del libro “Sexo, poder, religión y política”, disponible en Amazon.

 

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Acerca de Jose Luis
Psicólogo clínico del Gobierno de Navarra

Experto en educación afectivo – sexual, y escritor.

Para más información sobre su trabajo educativo, visita su web.


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